Publicada en El Obervador
20/06/2015
El cepo de Cristina a Daniel Scioli
Los mercados temblaron el miércoles por la dedificación de Carlos Zannini como
vicepresidente-supervisor de la fórmula presidencial del Frente para la
Victoria. Si no estuvieran cegados por su proverbial codicia, habrían previsto
una instancia como ésta hace ya algunos meses.
He analizado en varias notas estos escenarios, y lo
que está ocurriendo era previsible e inevitable. La señora Fernández le ha
puesto una corsé de hierro a su propio candidato. Un cepo, para usar el término tan odiado en el mercado.
El Secretario del área legal es un viejo amigo de los
Kirchner de la época feudal provincial en los 80, inteligente, capaz y un
ideólogo con convicciones y estilo maoístas. De paso, es el conductor del
movimiento juvenil La Cámpora, integrado por jóvenes inexpertos y casi
imberbes, como habría dicho Perón, pero que han penetrado el poder en sectores del estado que no saben
gerenciar, pero que controlan políticamente.
Zannini es, además, el referente político y “handler” del General
Milani, Jefe del Ejército que controla el sistema de espionaje, que hasta ahora
se ha dedicado casi exclusivamente a espiar a jueces, funcionarios y políticos
propios y extraños.
Las expectativas de los sectores productivos, financieros
y sensatos, no sólo de Argentina, confiaban
en que si era presidente, Scioli, mediante un hábil uso de la corrupción política y la “caja”, lograría
independizarse de la actual presidente y respetar el apotegma peronista, que dicta
que quien gana las elecciones dirige el partido y el gobierno, y los otros obedecen.
Liberado del yugo cristinista, seguía el sueño, imprimiría
un giro copernicano a su estilo impávido y subordinado y realizaría los cambios
y correcciones que sabemos imprescindibles: arreglar con los Holdouts y el FMI,
resolver con el CIADI viejos y nuevos reclamos, salir del cepo cambiario
suicida, e incorporar al país al mundo del raciocinio.`
Los que conocemos hace muchos años al gobernador sabíamos
que eso no sucedería. Ofrezco mis notas como testimonio, si hace falta. Lo que
ha ocurrido ahora es simplemente que la señora Fernández se ha asegurado de que
ni por error pueda hacerlo.
La presidente ha cedido ante la realidad de las
encuestas, pero tratará a Scioli aún con más rigidez y dureza que la que usaría
con Mauricio Macri: desprecia al bonaerense y se sentirá traicionada con
cualquier gesto de libertad que ensaye.
El ahora único candidato presidencial del FPV contaba
con un grupo de economistas que, si bien no aperturistas ni fanáticos promercado,
prometían un gradualismo para reingresar a Argentina al mundo, o por lo menos al
pensamiento lógico. Zannini aparece como
incompatible con esos economistas. Se sabía que la opción Macri implicaba
una mayor celeridad y contundencia en la apertura que la opción Scioli. Ahora
ésta es considerada un clon del gobierno de Cristina Fernández. Eso es seguramente lo que sorprendió a los
mercados.
El resto del panorama político-económico no cambia
materialmente con ninguno de los dos candidatos. El Senado tendrá mayoría
kirchnerista, casi seguramente. En Diputados el kirchnerismo tendrá la primera
minoría por lo menos, a la que sumará aliados.
La toma de decisiones será entonces morosa: ninguno de
los dos candidatos podrá per se negociar
la deuda externa, privativo del Congreso, ni el presupuesto. Ninguno tendrá la
ventaja de la cesión inconstitucional de poderes que hizo el Congreso a favor
de Fernández.
La justicia está invadida por jueces y fiscales
designados por Cristina, como el Ministerio Fiscal, inamovibles. Lo mismo
ocurre en el Banco Central y otros puestos clave de la administración.
A esto habrá que sumar la posibilidad de que el
oficialismo obtenga la fundamental gobernación de la provincia de Buenos Aires,
y la de que Cristina Fernández se postule hoy para diputada por este distrito
en primer término y muy rápidamente se muestre como presidenciable para 2019.
Este panorama algo tétrico que describo ya existía y
era imposible de modificar, y así lo expresé en varias de mis notas. De ahí que
no entiendo por qué los mercados reaccionan ahora y no antes. Fernández no designa a Zannini por ser maoísta, sino
por su lealtad, pero se descuenta que cumplirá el rol de monje “chino”,
fiel a su apodo.
Si gana Scioli, el kirchnerismo le impondrá sus
criterios por la fuerza política. Si gana Macri, lo neutralizará usando las
reglas republicanas de la Constitución,
que tan poco le importaron hasta ahora. En tal caso el kirchnerismo residual obrará como un Tea Party republicano,
obstruyendo cada una de sus decisiones.
Es posible que de todos modos, se ensaye un
acomodamiento de la economía, (nadie osará llamarlo ajuste para no enojar a
Cristina Fernández), pero no a la velocidad ni en el grado en que el sector
productivo argentino, y seguramente Uruguay, esperaban. También es posible una
apuesta al endeudamiento para fogonear el crecimiento. Una baja del gasto o los
impuestos parece muy lejana. En este proceso, es mejor un triunfo de Macri,
pese al riesgo del cepo del Tea Party autóctono.
El resultado electoral es otra cuestión, aún difusa.
Macri debió ayer abandonar su capricho infantil y candidatear a Gabriela
Michetti como Vice, pero su fórmula para la provincia de Buenos Aires es muy
débil. Si no se postula hasta esta noche Cristina, el gobernador del distrito,
con una población cuatro veces mayor que la de Uruguay, surgirá de un grupo de
candidatos políticamente escuálidos. Lo mismo puede decirse de los diputados.
En cambio, si Fernández encabezara la lista de diputados, auguro mucho trabajo
en la Cancillería oriental con la afluencia de pedidos de radicación.
Con cualquier resultado, el arma más importante del sistema
K para mantener su poder y su impunidad, no será el partido, sino la
Constitución, que en el mejor estilo maoísta,
ahora esgrimirá en su favor.
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