Educando
con el enemigo
Con la educación
rehén del comunismo, Uruguay se enfrenta a la más importante de las muchas
disyuntivas que tendrá que sortear en los próximos años. Una educación de excelencia es esencial, (perdón
por el término) para la creación de empleo auténtico.
En un paso
posterior, la formación de profesionales de nivel en las áreas de ciencia dura
es el único camino a la tan declamada y remanida exportación de calidad, que no
es moler grano para vender harina, sino innovación pura y simple.
Y sobre todo, la
educación es esencial para la formación ética y moral del ser humano y su
inserción plena en la sociedad.
Lo que está
ocurriendo con el sindicalismo docente no es exclusividad oriental. Pasa en
muchos países. El gremialismo monopoliza la enseñanza, se opone a cualquier
reforma que le quite poder o ponga en evidencia su incapacidad, huye de la
competencia con el sistema privado o de cualquier otra clase de comparación que
pueda delatar la más cruda de las realidades: el sindicalismo docente ha
terminado por desnaturalizar la educación.
Apenas una fuente de
trabajo para muchos. Un negocio económico o ideológico para los jerarcas
gremiales, un juego de poder político en manos de una concepción obsoleta que
no cree en el mérito.
En las encuestas
masivas en los países con educación en serio, dos factores aparecen como
fundamentales para una buena educación: la vocación de aprender, la vocación de
enseñar. Los otros rubros definitorios
están muy lejanos en los resultados.
El sindicalismo ha
hecho olvidar a los docentes, o los forzó a olvidar, esa vocación ineludible e
imprescindible. En tales condiciones es imposible avanzar en reformas o mejoras
de fondo de ninguna índole. Proponer un sistema como el de vouchers, por caso, uno de los mecanismos más
igualadores de oportunidades, sería enfrentarse en una lucha mortal contra los
argumentos más absurdos que se pueda imaginar, siempre respaldados por la
fuerza de la acción directa.
Esta huelga es un
ejemplo perfecto. Convencido de que tiene un derecho divino a ganar más que los
demás en un momento en que Uruguay no tiene más recursos genuinos, el
sindicalismo para. Quiere mamar de la teta del aumento del 6% prometido por
Vázquez en la campaña.
No se le ocurre pensar
que ese aumento debería destinarse a construir mas escuelas, mejorar aulas,
equipamientos, capacitación, especialización, incorporación de más recursos
pedagógicos y psicológicos, mecanismos de soporte adicional para integrar
alumnos sin atrasar a los más avanzados.
Quiere quedarse con el aumento de gasto y hace creer que elevar los sueldos eleva la calidad de
enseñanza, importante falacia.
En esa lucha, no
advierte, o no quiere advertir, que está profundizando la brecha creada por las
diferencias económicas. Está marginando aún más a los marginados. Y está
dañando el más importante recurso de que dispone un país para crecer y sacar a
mucha gente de la pobreza.
Vázquez está solo.
Se lee. Si. Pero no es su Frente el que lo deja solo. Es la sociedad. Son los
padres quienes lo dejan solo. Presa de su ideología, de una identificación
laboral-salarial, de una errónea sensibilidad o de una penosa indiferencia, la
comunidad no confronta con el gremialismo docente.
¿Le parece que está
bien? ¿Cree que el gobierno debe aumentar irresponsablemente los sueldos cuando
ya sabe que no podrá pagarlos? ¿Se solidariza como trabajador con sus colegas
docentes? ¿Considera que es correcto huelguear y negar la educación a sus
hijos? ¿ Se siente conforme con el nivel de enseñanza que reciben sus niños?
¿No se siente representada por el Presidente, pero sí por los sindicatos de la
educación?
Oculta además su
propia falta: no está siendo capaz de fomentar en sus hijos la otra condición
de una buena educación: la vocación de aprender. Lo han delegado en nadie.
Aun cuando mañana se
cediera en todas las demandas, la educación ha entrado en un rumbo de
decadencia y mediocridad. Requiere cambios de fondo que no serán posible con un
sistema gremial que usa de rehenes a los estudiantes que debe formar. ¿Qué se
puede mejorar con quienes ponen la ideología por encima de las ideas, y
consideran la escuela pública como una industria a la que hay que extraerle o
sustraerle el máximo de provecho económico?
Un derecho elemental
del niño es el de recibir educación. Buena. Si eso no es esencial, ruego me
expliquen qué es esencial.
Educación es
excelencia. El sindicalismo comunista ha transformado la docencia en
mediocridad rentada. Los mediocres no pueden inspirar excelencia.
La soledad de
Vázquez es la soledad de la sociedad. Tal vez deberían pensar en unirse.
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