Un país oscuro y encapuchado
Expresa la Constitución Argentina: ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado
de lo que ella no prohíbe.
Tal garantía se inspira en los principios
de limitación de la monarquía y el despotismo que se comenzaron a imponer a
fuerza de espada en los albores del siglo XVII: ningún hombre estará
subordinado a otro, sino a la ley.
Ninguno de los dos preceptos se están
cumpliendo en la ex República Argentina. Toda la nociva construcción del cepo y
atraso cambiario se basa en una combinación de aprietes, amenazas, algunas
resoluciones secundarias que habilitan una jurisdicción inexistente (como la de
la AFIP), para disfrazar los controles.
El cepo no es meramente una
medida económica, está inhibiendo la capacidad de generación de riqueza y
bienestar de la Nación por muchos años, está afectando vidas y patrimonios, destruyendo
empresas, ahorro, inversiones y futuro.
Sin embargo, todo su sistema está construido
sobre un mecanismo ilegal y en las sombras. Funcionarios ignorantes que
telefonean o convocan a operadores, legales y clandestinos, para amenazarlos,
intimidarlos, multarlos, fundirlos, amedrentarlos, con el fin de aplicar una
ley que no existe.
Desesperado porque la realidad no es de su
agrado, el poder decide cambiar a pura prepotencia y disfraza ese atropello de
derecho, imponiendo con la gendarmería, por ejemplo, un tipo de cambio que sólo
existe en su imaginación enfermiza.
Se usa el poder del Banco Central, de la
AFIP, de la CNV, fruto de leyes que en muchos casos son autocráticas y vagas,
para lograr objetivos que no están en sus funciones, disfrazando con frases
rimbombantes el atropello. A veces los miembros de La Cámpora, cual nuevos
Camisas Pardas, asuelan las empresas legales o no, jugando a ser policías en un
corso despreciable de psicopatía del estilo Che Guevara.
Como en la mejor Unión Soviética de los
70, donde nada estaba prohibido pero nada se podía hacer, Argentina es hoy un
país con un sistema de contralor encapuchado y en las sombras. Incapaz de
hacer. Sólo sabe prohibir y castigar.
La prohibición de importar y exportar que
rige para muchos bienes, no es fruto de una ley, sino de una maraña de
artilugios, conversaciones, ataques, aprietes, amenazas, utilización arbitraria
de leyes que fueron aprobadas con otros propósitos. Pero siempre se termina en
una prohibición o autorización arbitraria y sorpresiva. O con silobolsas tajeados.
No se
trata del efecto económico de estos procederes. Se trata del ataque sistemático
a los derechos del ciudadano.
Las leyes que se aprueban son
deliberadamente confusas y amenazantes. La del terrorismo económico, que deja
librado al arbitrio de un juez (Designado a dedo, tal vez) interpretar
cualquier acción privada como delito. O el aborto del concepto del golpe de
mercado, digno de Kafka, si no fuera que Kafka era instruido.
Leyes que tarde o temprano, con criterios
deformados y aviesos, son usadas para justificar convenientemente cualquier
ignominia o cualquier relato que se quiera imponer a la gente.
La no ley o la utilización tramposa de la
ley. El ejecutivo designando jueces de un modo ilegal e inconstitucional,
especulando con sus negociaciones con la Corte, o conque la Corte no se
atreverá a declarar inconstitucional tantas barrabasadas. O removiendo a
cualquier juez que maneje causas en contra de la familia reinante si no es de su
agrado, sin causa alguna y con argumentos vergonzosos por lo vacíos.
El escamoteo alevoso de atribuciones de la
Justicia para transferirlas a otros poderes en manos amigas que garanticen
impunidad o venganza, es otra característica del mundo de sombras en que se nos
ha sumergido.
Y como corolario, un corro de militantes y
funcionarios de cuarta que se espían entre sí, espían a otros poderes, espían a
los ciudadanos, se entrometen en sus vidas, amedrentan con carpetas o legajos.
Ratas que espían desde los tirantes para ver de dónde robar algún mendrugo,
cerdos como los de la Rebelión en la Granja orwelliana, jugando a ser
poderosos, sin aceptar su condición de cuadrúpedos hozantes.
El país atemorizado, acobardado,
perseguido, humillado, que además recibe burlas y agravios de la presidenta en
sus cadenas diarias, también ilegales. Todos atrapados en la dialéctica del
relato democrático, de los derechos humanos, de las reivindicaciones, de la
lucha contra la pobreza. Presos de la mentira
ideológica. Víctimas hasta del cambio de la historia que es el cambio de la
memoria.
Para el lavado de dinero sí hay una ley,
aunque sea inconstitucional (nadie se dio cuenta) que se prorroga eternamente
para comodidad de los ladrones que compran propiedades para dejar blancas sus
negruras de acción y de alma.
Y como toque final, la sociedad entera
ofrendada a la droga, con el sistema de seguridad convenientemente apuntado
para que mire hacia otro lado, y el sistema judicial que pareciera que en este
punto sí está de acuerdo: hacer del país una gran narcovilla. La no ley.
Mientras tanto, con el apoyo del más grande
emporio mediático del país, supuesto enemigo del gobierno, y del establishment
prebendario, el gobierno propone un candidato continuista, un Maduro propio,
del que, en nuestra inocencia, o en nuestra desesperación, esperamos que
traicione a su Chávez vivo, (viva) y se transforme en un Alvear, o un Roca.
Tengo claro que nada de lo que digo
servirá para mucho. Pero es bueno que “ellos” sepan que ‘nosotros” sabemos lo
que son, quienes son y lo que hacen. No habrá historia para los que nos
agravian, nos entregan y nos humillan hasta la descerebración y la vergüenza.
Habrá justicia.
Enfrentamos el peor y mas grave momento de
la historia argentina. Un gobierno democrático, encapuchado.
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