Ahora un Trump perfecto: en búsqueda de más inflación, encontrará una recesión





Pese a que los fundamentos de la economía americana están sólidos, ahora muchos “expertos”, sobre todo bursátiles, están abogando por una baja de tasas que no es necesaria. ¿Por qué? 

Dicen algunos analistas mediáticos pomposos, encabezados por el no-experto Trump, que, como la economía mundial está retrayéndose debido a la guerra comercial y a las amenazas de enfrentamientos bélicos, se debe aumentar la liquidez para evitar una recesión. 

En términos económicos, se trata del más simple reduccionismo keynesiano, en el peor sentido del término, con todas las futuras consecuencias negativas de este tipo de políticas, que han terminado siempre por empeorar lo que se intenta resolver. 

Desde Friedman a Hayek han criticado estas soluciones, que para ahuyentar el fantasma político de una recesión terminan conduciendo a una depresión, un proceso mucho más grave del que tratan de resolver. 

Se agrega otro hecho, que es el nivel de endeudamiento tanto público como privado, que hace intolerable una recesión, que puede conducir a una temida deflación, que crearía una crisis de “net worth” o sea una reducción del patrimonio de los deudores. 

Esa reducción patrimonial, o de PBI, si se trata de países, generaría una situación mundial similar al estallido de la burbuja inmobiliaria americana, pero con efectos mucho mayores y más graves. 

Con lo que Trump, sus asesores y muchos “expertos” vienen abogando por un aumento de la inflación que, como siempre, tape las piedras del lecho del río y mantenga el sistema en funcionamiento. 

Esto ya ocurría antes de Trump, recordar que el mismísimo Paul Krugman, un partidario demócrata a ultranza, ya reclamaba a los gritos mayores acciones inflacionarias desde el NY Times. 





Lo curioso es que la economía americana venia y viene creciendo pese a todo, y hay muchos analistas serios bancarios que siguen previendo un aumento sobre la meta de 2% que tiene la FED. 

También la economía global venía creciendo, a menos velocidad que la americana, ciertamente, antes de que Trump avanzara con su belicismo tanto comercial como militar, y, sobre todo, con un estilo que golpeó la confianza de los inversores. 

No se discuten aquí́ los posibles abusos de sus socios comerciales que el presidente americano enarbola, sino el mecanismo de prepotencia, rotura de acuerdos e inseguridad jurídica que está utilizando en las “negociaciones”. 

En ese estado de cosas, los “expertos” justifican un aflojamiento de la emisión americana para contrarrestar los efectos producidos por el presidente americano casi con su exclusivo accionar, como si fuera un fenómeno cósmico, no una impericia. 

La presión sobre la FED para que baje las tasas va en la misma línea. “Como la economía global está cediendo, terminará por afectar la economía americana, entonces bajemos las tasas preventivamente”. Argumento precario e inexacto, que gasta las municiones antes de necesitarlas. 

Paradojalmente, cuando el presidente Obama aplicó su geopolítica de paz, fue duramente criticado por su rival republicano, John McCain, casi hasta la burla. 





Ahora que Trump hace todo lo contrario, los efectos de sus políticas parecen ser tolerados como si fueran los resultados de un huracán caribeño, no una consecuencia grave. 

Al mismo tiempo, el déficit americano pisa ya el trillón (doce ceros) de dólares anuales, y los efectos combinados de la rebaja de impuestos y el aumento del gasto no están teniendo demasiado impacto en la economía de USA.

En breve se llegará al límite de endeudamiento y de nuevo el Congreso deberá́ autorizar el sobrepaso de ese límite, y se volverá́ a una discusión que tampoco ayudará al crecimiento. 

Las empresas, que supuestamente aumentarían su inversión y los sueldos merced a la rebaja de impuestos, están recomprando sus propias acciones, un negocio de los CEOS, que habla bastante mal de su confianza en esta política.

De modo que los “expertos” bien podrían recomendarle a Trump que cambiara su sistemático approach belicista tanto en las cuestiones geopolíticas como en los aspectos comerciales, y también su política económica. 

Son esos factores los que están creando la recesión mundial, que terminará repercutiendo sobre los propios trabajadores, consumidores y empresas americanas que supuestamente dice querer favorecer. 

En definitiva, el discurso de Trump termina siendo lo que siempre se supo que seria: proteccionismo, keynesianismo y populismo del peor. Para terminar culpando a la recesión mundial que él mismo ha provocado. 

Esto se verámás claro dentro de no demasiado tiempo. La baja de intereses no creará el bienestar que se espera, ni frenará la recesión mundial. Con lo que hará́ falta otra y otra baja de tasas, sin lograr ningún crecimiento.

De paso, los números reelectorales de Trump, que se esperaban que fueran avasalladores, no parecerían que lo fueran tanto. Con lo que hay que esperar mayores actitudes populistas. Racismo y similares, por ejemplo. O algo peor. 

Es cierto, para ser objetivos, que sus oponentes demócratas son impresentables, con discursos tan populistas como el de Trump o peores, del lado del aumento del gasto y los impuestos, y de la reivindicación de la lucha contra la “inequidad”. 

Habrá que ver colmo evoluciona el proceso, en especial cuando aparezcan candidatos más sensatos y equilibrados en uno y otro partido. Por ahora EEUU está eligiendo entre peores. Vaya la novedad. 

Con este panorama, salvo que Trump haga un giro de 180 grados en su política comercial y en sus relaciones exteriores, (lo que dudo) la economía americana y mundial no mejorará mientras él esté al mando. Al contrario.





















En un golpe de gracia, demócratas y republicanos acaban de pactar la extensión por dos años de la aprobación del límite de deuda, un déficit adicional de 320 mil millones de dólares que se agrega a la deuda y al déficit ya mencionado. 

Este es el fin de la prudencia alcanzada en 2011 gracias a la presión republicana sobre Obama, una ley que obligaba a grandes cortes automáticos si se pasaba el límite de deuda. 

Vamos a la inflación como sistema.