Publicado en El Observador 26/04/2022
El enojo de la Intendente con la democracia
Cuando Cosse habla de los palos en la rueda, sólo se refiere a la decisión democrática sobre los fondos del préstamo, no a las obras
Los ediles de Montevideo no otorgaron los votos suficientes para conformar la mayoría especial requerida para aprobar el préstamo del BID a la Intendencia montevideana. Justamente esa misión constitucional de contralor de su gestión suele molestar a cualquier poder ejecutivo, de cualquier tendencia. Ciertamente, el Frente Amplio en la práctica y en la teoría se ha especializado en los últimos años en despreciar, desprestigiar y devaluar ese contralor republicano, incluido el de la mismísima justicia, que la izquierda niega bajo el concepto de que su accionar sólo puede ser juzgado por el pueblo, como sostiene Cristina Kirchner, la insigne abanderada regional de Puebla. Nada más opuesto al espíritu republicano que el neomarxismo multiplumaje. También la oposición parece estar cómoda con ese concepto, ya que la discusión sobre este tema fue una disputa entre dos estatismos, o entre dos socialismos, o entre burócratas, si se prefiere.
Es de esperar que esta inmunidad – o impunidad – con reminiscencias monárquicas que los políticos demandan del sistema y que excluye implícitamente el derecho del individuo a defenderse del estado o del robo, al pretender ser solamente juzgados por sus partidos, sus pares o el voto del pueblo, esa excusa-entelequia, no sea imitada por otros estamentos. De lo contrario un asesinato de un hincha por la barra brava contraria corre el riesgo de ser juzgado por algún tribunal de disciplina de la Conmebol, no por un juez de la República. Criterio común de los movimientos mundiales antidemocráticos prorelato de seudodemocracia directa de masas.
La discusión habría podido ser mucho más rica y profunda. Por ejemplo, la sistemática negación de la Intendencia y el gremio que la tiene de rehén, AEDOM, de la utilización de la actividad privada en la gestión. Por eso se discuten préstamos para ser manejados por los burócratas y los gremialistas, en vez de concesionar ciertos servicios a empresas privadas, con licitaciones, algo vedado por el sindicalismo que se considera dueño de la gestión municipal estatista. Semejante imposición limita la calidad, al impedir también la adjudicación a privados dividiendo por zonas, que ha tenido éxito en otras jurisdicciones y en el mundo, si se perdona la comparación. Sólo esa opción permitiría dejar de depender de préstamos y endeudamientos que pagarán otros, o, mejor dicho, que pagarán algunos con nuevos y mayores impuestos.
La mugre de Montevideo ha sido orgullosamente sostenida por muchos años de gestión frenteamplista y muchos años de gremialismo trotskista, que se opone a la más mínima contratación de un camión privado o de un servicio privado aún en situaciones de emergencia. ¿Hay acaso derecho a pensar que el préstamo iba a ser bien usado? Tanto la Intendencia montevideana como la de las empresas estatales tienen una larga historia de fracasos carísimos, precedidos casi siempre de mecanismos similares de endeudamiento, que en el fondo son argucias para que los burócratas jueguen a ser empresarios con dinero ajeno. Por supuesto, las enormes pérdidas así generadas nunca han sido analizadas en serio por la execrada justicia, como máximo por el tribunal de penas del partido, porque como se sabe, “sólo el pueblo puede juzgar a los políticos”.
Lo que se ha desaprobado es el préstamo y no las obras, por otra parte, pese al esfuerzo de la señora Cosse en sostener lo contrario. Y hay muchas razones, además de las discusiones políticas mezquinas, para hacerlo. ¿Había motivos para creer que esta vez sí se realizarían las obras en tiempo y forma, y se obtendrían los resultados previstos? Habrá que volver a repasar el largo inventario de fracasos, frente a la acusación de que no se quisieron aprobar las obras, dando por seguro un éxito de gestión que no tiene demasiado respaldo en la evidencia empírica, concepto del que huye la izquierda, con su mandato de materialismo dialéctico que le hace negar la realidad que le molesta.
Además, ¿quién iba a manejar los destinos del préstamo? ¿La intendencia? ¿ADEOM? ¿El BID? El palo en la rueda al que se refiere la Intendente tiene que ver con los fondos, no con las supuestas obras. La alegada confidencialidad y el secreto de las cláusulas acordadas con el BID fue “digerida” por la oposición y entonces la discusión terminó siendo por la deuda, simplemente. La burocracia estatal necesita fondos para alimentarse y sobrevivir. Los contratos de préstamos con estos mecenas internacionales burocráticos con dinero de otros muchas veces tienen atado el condicionamiento o direccionamiento de hacer las obras con empresas privadas amigas, algo que se sabe pero que no se dice. La peor manera de hacer participar a los privados. ¿Esa es la razón del secreto? Es una lástima que no se crea en la justicia y se la excluya y descalifique, porque ella debería intervenir y pedir que sean exhibidos públicamente los acuerdos con el BID, para despejar cualquier duda. ¿Se negociaba acaso la compra de un submarino atómico? ¿O de un sistema misilístico? ¿Por qué no discutir a fondo y en detalle el contrato?
Si en vez de endeudar a su municipio la señora Cosse hubiera propuesto una licitación pública, no habría necesitado de mayoría especial alguna para lograr su anhelo de finalmente hacer lo que su partido no hizo en 20 años, mejorar el reciclado y gestión de residuos y efluentes de la Ciudad.
Lo más preocupante es que tanto gobierno como oposición terminaran discrepando sobre mínimos detalles estatistas dando por válida como único camino la gestión de la fatal arrogancia de la burocracia, apenas una cuestión política nimia.
No debería sin embargo la Intendente desmayar en su intento. Apenas tiene que esperar dos años. Si triunfa su partido en 2024 tendrá todos los fondos que necesite sin la molesta necesidad de explicar nada a nadie. Cualquier diferencia siempre se cubrirá con impuestos infinitos y cualquier deficiencia o faltante será juzgada por el Tribunal de ética de la AUF, o algún otro cuerpo disciplinario igualmente inocuo.