El crecimiento salvador que sólo pueden lograr los privados
El crecimiento salvador que sólo pueden lograr los privados
¿Qué es un presupuesto optimista?
Calificar de ese modo la Ley de leyes es un acto de rendición ante la burocracia estatista, el ordeñe al sector privado y la irracionalidad del gasto
Economistas respetados sostienen que el presupuesto en debate es optimista. ¿Qué será tal cosa? No es un término de los textos clásicos, si bien el estado de ánimo, las expectativas y las esperanzas influyen en la acción humana que modela, decide y conforma los hechos económicos, diría von Mises.
Asumiendo la validez académica del término, surge la pregunta del título. El nuevo presupuesto pauta que se empieza a reducir el crecimiento insostenible del gasto, que fue la constante de varios años. Y crea expectativas favorables que se intente avanzar en ese cambio. Seguramente muchos sospechan que la maraña constitucional y legal cuidadosamente tejida a lo largo de tres lustros, más la resistencia pasiva de la burocracia, más la oposición frontal callejera y legal del frenteamplismo en su ropaje sindical y el referéndum esgrimido como arma, constituirán barreras infranqueables para llevar adelante el proyecto. En esa línea, puede calificarse de optimista el intento de seriedad fiscal de la Ley de leyes de 2021, y de pesimista para la burocracia estatista jerárquica oligárquica.
Se debería ser más sincero y frasear de otra manera: “el estatismo burocrático luchará denodadamente para perpetuar el gasto y paralizar cualquier reforma”, sería más preciso que “optimista” para descalificar el proyecto.
¿Será optimista controlar la emisión y el endeudamiento externo y bajar la inflación que deteriora salarios e inversión, daña a los más pobres y pulveriza el crecimiento? El sistema automático de indexación inflacionaria de salarios y costos es perverso y explosivo. El presupuesto empieza a desarmar esa bomba de tiempo. Mas que optimista, es imprescindible. Se enviaría un mensaje muy pesimista y paralizante al sistema económico y a la sociedad si no se intentara.
Lo que se solapa bajo el calificativo emocional es el temor a dar una opinión incómoda: la de que, para no bajar el gasto alegre, también llamado “conquistas” se lo debe financiar con impuestos progresivos a “los que más tienen”. Un concepto precario que supone un ceteris paribus, un efluvio onírico económico que asume que se pueden aumentar o crear impuestos a lo que fuere sin que nada del resto de la acción humana cambie, y que el sistema digerirá cualquier nueva exacción sin que baje el empleo, o la exportación, la inversión, la innovación, las radicaciones, el emprendimiento y el crecimiento, o un poco de todo eso. Eso sí merecería descalificarse como optimista, por su negación de la realidad y de la evidencia empírica.
Es posible que se considere optimista que se incluya una variable importante de crecimiento del PIB, lo que permite una reducción porcentual del déficit. Esa critica sería válida si no se estuviesen incorporando paralelamente todos los supuestos antes detallados y solamente se confiara en la suerte o el voluntarismo, al mejor estilo de autoayuda o mindfulness. Similar a lo que hizo Macri que se terminó endeudando para pagar un gasto que no bajó en sus primeros dos años, o a lo que hace Fernández ahora, que todos saben que terminará en choque frontal contra el paredón de la realidad.
Junto a la crítica del crecimiento se agrega que en el proyecto se baja la inversión del estado. Justamente es lo mejor del nuevo presupuesto: reconocer que inversión estatal es un oxímoron, no existe. Simplemente el estado toma recursos de los particulares y se arroga el poder y la habilidad de manejarlo mejor que ellos e invertir en ideas geniales. En este caso, el gobierno ha decidido confiar en los privados para realizar las inversiones y elegir las que más convengan. Por mucho que inspire temor a tantos discapacitados competitivos, todavía sigue siendo la mejor apuesta en el mundo, también en Uruguay, aunque usted no lo crea.
La historia de las llamadas “empresas” del estado es gran ejemplo del desperdicio de los recursos del público y la discrecionalidad. Allí también habrá una lucha cuerpo a cuerpo contra los cómodos funcionarios que han hecho de ellas un feudo propio y secreto que se ampara en un anonimato de comité para no rendir cuentas. ¿Se peca de optimista por tratar de imponer criterios de eficiencia y transparencia en ellas? ¿O habrá que celebrar que un gobierno tome a su cargo esa tarea?
La desconfianza sobre el crecimiento proviene del criterio arraigado de planificación central. Se desprecia la capacidad y vocación de innovación y toma de riesgo del sector privado. No se cree en la cualidad de emprender del ser humano, al que se ha desestimulado. Sólo se confía en la burocracia del estado. El nuevo presupuesto delega la responsabilidad del crecimiento en los emprendedores privados. Ese concepto, que hoy se califica de optimista, es la base de la economía moderna y del bienestar. Esa es la esencia del programa 2021-24.
Esto implica una desgastadora y dura tarea de los jerarcas involucrados. Un tesón diario y una obstinación que soporte todas las presiones y todas las resistencias. Y, sobre todo, la obligación de ser exitoso en el cumplimiento de las metas. Tal presión, para la burocracia y para los académicos, debe resultar insoportable e insufrible. Sin embargo, para cualquiera que haya gestionado una empresa privada de cualquier tamaño es habitual y elemental, sin lloros ni excusas. Para eso le pagan.
Ya convalidado el término, cabe refrasear la pregunta. ¿El presupuesto es optimista en su formulación o es capaz de crear optimismo por sus propuestas? Todo presupuesto que controle el gasto y lo haga eficiente, que delegue el crecimiento en la acción privada y que proponga el esfuerzo de bajar la inflación y limitar la deuda debería llevar optimismo a la sociedad. A los economistas también.
La redistribución de la ignorancia
Los reyes alteraban la ley de sus monedas para engañar a la población. Así les hacían creer que tenían el contenido habitual en oro o plata, cuando en realidad habían sido alteradas con algún metal de ley más baja para reducir el contenido de metales preciosos. Un simplista y tramposo dolo para no tener que aumentar los impuestos conque los soberanos financiaban sus guerras, sus prostitutas, sus orgías, sus cortes y sus disparates. - Al menos por un tiempo - diría Luis XVI. Lo mismo ocurre hoy cuando el estado emite más billetes que los que requiere la economía para un nivel de actividad dado, cualquiera fuera el propósito. La fórmula áurea MV=Py es inexorable. Casi una perogrullada: la cantidad de moneda en circulación multiplicada por la velocidad de rotación del dinero es igual al producto de todos los bienes y servicios que se adquieren multiplicados por sus precios. Toda economía gira en torno a esa equivalencia. Negarla es una dilación decisional que crea pobres y los eterniza cruelmente.
El contagio del virus argentino
Al borde del reseteo mundial, importa que cada país haga su introspección sobre sus relaciones internacionales. Localmente, es lógico que el análisis haya empezado por Argentina, por evidentes razones. Razones que habría que revisar.
La acertada afirmación de Jorge Batlle - cuyo único error fue disculparse - sobre la corrupción multipartidaria y corporativa argentina, no cambió las cifras de comercio mutuo, no justamente por su plañidera retractación, sino porque la economía de las empresas y los consumidores funciona de otra manera.
En término de los intereses estratégicos, que es lo relevante, todo hace pensar que la conveniencia oriental, más allá de las afinidades políticas, pasa por un Mercosur al estilo brasileño y paraguayo, no con la concepción argentina, que será proteccionista a ultranza por varios años. De paso, el vecino rioplatense tenderá más a ser un competidor desesperado que un socio complementario. No por razones políticas o ideológicas, sino porque sólo le ha quedado el agro en pie, con él tiene que mantener un aparato estatal descontrolado que además de tener un costo de gestión burocrática impositivamente insoportable, es una máquina de subsidiar al voleo que absorbe todo recurso hasta dejarlo exprimido como una naranja chupada en un día de calor.
Todas las soluciones para el sistema jubilatorio son malas
Es inminente el comienzo de la discusión local sobre la reforma al sistema de retiros, como ocurre globalmente, en todos los casos por las mismas razones: la gente no se muere y el trabajo legal no aumenta en la proporción necesaria para financiar el costo total.